lunes, 8 de junio de 2015

  PRIMERO MEDIO

La revolución bolchevique: noviembre de 1917

La situación excepcional de la guerra, el derrumbamiento del aparato del estado con deserciones masivas de soldados, el descrédito de las opciones más moderadas y el activismo disciplinado de los bolcheviques explica como una minoría marxista radical consiguió hacerse con el poder en las capitales rusas en noviembre de 1917.

Tras muchas dudas por parte de los dirigentes bolcheviques,
Lenin se decidió a actuar. Su partido controlaba en ese momento el Soviet de Petrogrado y Trotsky, el otro gran líder bolchevique, que dirigía el denominado Comité Militar Revolucionario, dio la orden de asaltar el poder a la Guardia Roja, una milicia de soldados revolucionarios controlada por el partido de Lenin.

El golpe de estado del 7 de noviembre fue un éxito. El gobierno provisional fue destituido y sus miembros huyeron o fueron arrestados. Lenin se puso al frente de un gobierno de los Comisarios del Pueblo basado en un partido de doscientos mil miembros que proclamaba su dominio sobre un estado de más de ciento setenta millones de habitantes.
El Congreso de los Soviets reunido en aquel momento decidió apoyar el golpe de estado y aceptar el nuevo gobierno. Muchos mencheviques y socialistas revolucionarios protestaron y dimitieron antes de aprobar un golpe de estado ilegal. Trotsky les despidió así: “Sois unos penosos individuos aislados; estáis corruptos; ya no pintáis nada. Marchad ahora mismo a donde pertenecéis, ¡al vertedero de la historia!”.


Nada más llegar al poder, el nuevo ejecutivo aprobó dos decretos con los que buscaba el apoyo de las clases trabajadores:

  • Decreto de la paz, en el que se proponía a todos los contendientes una inmediata paz sin anexiones ni reparaciones. De hecho, los bolcheviques firmaron el armisticio con Alemania en diciembre de ese año.

  • Decreto de la tierra, estableciendo la expropiación de los terratenientes y el reparto de la tierra entre los campesinos.

Lenin trataba así de afianzar su poder. No pudo evitar en contra de su voluntad que se celebrasen las prometidas elecciones a la Asamblea Constituyente. El resultado fue claro. Los bolcheviques solo consiguieron un cuarto de los diputados en una asamblea donde los socialistas revolucionarios eran mayoritarios. La respuesta del gobierno de los Comisarios del Pueblo fue fulgurante: la Guardia Roja disolvió la Asamblea el 5 de enero de 1919. En adelante, el gobierno de Lenin basó la legitimidad de su gobierno en los Soviets, controlados férreamente por los bolcheviques. Se trataba de justificar la dictadura comunista y presentarla como una democracia basada en los Soviets.

Desde un principio, los comunistas, como empezaban a ser denominados los bolcheviques, fueron estableciendo las bases de la dictadura. En diciembre de 1917, antes de la disolución de la Asamblea, un decreto había creado la Checa, la policía política, dirigida por Felix Dzerzhinsky. Las demás fuerzas políticas, incluyendo a mencheviques y socialistas revolucionarios, fueron prohibidas y perseguidas.

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